TCA - CONDUCTA ALIMENTARIA

La conducta alimentaria hace referencia a: los hábitos de alimentación que mantenemos, la selección de alimentos que hacemos, las preparaciones culinarias, las cantidades ingeridas, las conductas relacionadas con esa ingesta (como pueden ser la velocidad a la que comemos, si lo hacemos en compañía o en solitario, en qué entornos o en qué momentos, etc.) e incluso la vinculación emocional que establecemos de manera diferencial con los distintos alimentos.

Comer es necesario para vivir saludablemente. Pero además, la comida también cumple otras funciones culturales. Tenemos innumerables tradiciones relacionadas con la alimentación, y a lo largo de nuestra evolución como individuos aprendemos diferentes formas de relacionarnos con la comida.

Existen las Conductas Alimentarias de Riesgo: que son manifestaciones similares a los Trastornos de la Conducta Alimentaria, pero que aparecen con menor intensidad y por lo tanto no cumplen los criterios diagnósticos. Se desarrollan normalmente durante la adolescencia y se pueden mantener hasta la vida adulta. Este tipo de manifestaciones tienden a “normalizarse”, a pesar de que entrañan un alto riesgo de precipitar un Trastorno de la Conducta Alimentaria grave como podrían ser: Anorexia, Bulimia o Trastorno por Atracón.

Algunas de las cuestiones que pueden influir en tu conducta alimentaria son: determinantes sociales y culturales (tradiciones alrededor de la comida, rituales, costumbres…), entornos que favorezcan determinados hábitos alimenticios (la hora del café y el pincho en el trabajo, el pastel de cumpleaños…), estado de ánimo, estrés, emociones (culpa, tristeza…), creencias acerca de los diferentes alimentos, actitudes, conocimientos nutricionales…

¿Dudas acerca de si tu relación con la comida es saludable?, ¿te reconoces a ti mismo en alguna conducta disfuncional como las siguientes?:

  • Pasar el día entero pensando en la comida.
  • Periodos de restricción alimentaria excesiva
  • Ingesta esporádica de grandes cantidades de comida de manera compulsiva
  • Sensaciones de malestar y culpa después de comer, que pueden ir acompañadas o no de sensaciones de indigestión
  • Sensación de pérdida de control sobre la ingesta
  • “Hambre” selectiva sobre determinados alimentos (como galletas, patatas frita

Si la respuesta es sí, ponte en contacto conmigo y te ayudaré a reaprender una relación más saludable con la comida, que nazca desde la calma y el bienestar.